Durante la vida laboral, muchos trabajadores tienen planes de salud que sus empresas contratan, lo que les da acceso a una red de prestadores y servicios de alta calidad. Al jubilarse, perder ese plan puede ser una preocupación.
Para continuar con el plan, es fundamental que el jubilado realice los trámites dentro de los plazos establecidos por la Ley 26.682. Para las obras sociales, el plazo es de 90 días, y para las prepagas, de 60 días.
Además, es importante tener en cuenta que, sin el subsidio que muchas veces aportaba la empresa, el jubilado deberá cubrir el costo total del plan, lo que puede afectar su presupuesto personal.
Una de las principales ventajas de seguir con el mismo plan es poder mantener la relación con los mismos médicos, prestadores y centros de salud a los que ya está acostumbrado. Esto es especialmente útil para quienes requieren atención continua o tienen tratamientos en curso. También suelen ofrecerse condiciones especiales para quienes eligen seguir con el mismo plan, lo que puede hacer que el costo sea más accesible que el de un nuevo afiliado.
La estabilidad en la cobertura y la calidad de los servicios médicos son aspectos clave al decidir mantener el plan. Para muchos jubilados, tener una cobertura confiable y conocida es una prioridad, y las prepagas comprenden esta necesidad ofreciendo alternativas que se ajustan a la nueva realidad de sus afiliados.
En resumen, continuar con un plan corporativo permite al jubilado mantener la misma atención médica, con la seguridad y confianza que ofrece la prepaga, asegurando un acceso estable a la salud en la jubilación.